Odiaba los domingos de resaca, es un día que ya empieza mal porque te levantas a la hora de comer, sin ganas de cocinar por supuesto, con la cabeza a punto de explotar, y una fatiga que ni cuando fuiste a ver jurar bandera a tu primo a Ceuta.
Salvo por ese instante en el que abres los ojos justo cuando despiertas y aún no has movido la cabeza, señal a la cual todos los jugos que pueda haber en tu cuerpo juegan al pilla pilla. La calma que precede a la tempestad.
Ahora mismo estoy en ese preciso instante, sé que al mínimo movimiento todo se irá al garete, pero por tantos domingos perdidos me voy a rebelar, voy a aprovechar que mi cabeza aún funciona y voy a planear un día sino perfecto aceptable al menos.
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Ayer me pasé todo el día en la cama, me levante con resaca pero dispuesto a prevalecer sobre ella y hacer algo productivo con mi día. Desayuné, puse a hervir agua para cocer algo de pasta, sí, no me gusta comer antes de desayunar, aunque el intervalo entre uno y otro sea de cinco minutos, y entré a ducharme. Hasta aquí todo bien. Pero saliendo del cuarto de baño me pisé el cinturón del albornoz, trastabillé recorriendo la mitad de mi apartamento y yéndome a caer junto a la vitrocerámica con tan mala suerte que en un fallido intento de evitar el golpe agarré el mango del cazo tirándomelo encima.
Gracias a Dios, tan despistado como de costumbre había puesto a calentar otro de los fuegos y todo quedó en un susto y en un chichón en la frente.
Aún así, decidí q debía darme el día libre, y me pasé la tarde viendo Lost en el ordenador.
Pero hoy tengo q volver al trabajo. El pasado febrero casi termino la carrera, apenas me faltan un par de asignaturas y un par de créditos de libre este semestre. Si todo sigue según lo previsto para Junio debería tener el título. Pero no sé que quiero hacer con mi vida, estos años han pasado demasiado deprisa. Entré diciéndome a mi mismo que ya decidiría a qué dedicarme luego, que había tiempo más que de sobra para tomar decisiones y la verdad es que siete años han pasado en un parpadeo, los días se pierden entre los dedos, las semanas se deslizan sigilosas por la vida, los meses ayudados de todas las fechas importantes se escapan sin que puedas hacer nada.
Quizás debería dedicarme a ser modelo a tiempo completo, ya me han llegado ofertas de pasarelas más largas, y de trabajos fuera, y soy demasiado joven para montar mi propia consulta. Por otro lado, no es un trabajo que termine de llenarme y con la especialidad en psicoanálisis podría ponerme a trabajar en breve. Ojalá estos cuatro meses sean los más largos de mi vida.
Voy pensando todo esto mientras bajo desde mi ático por las escaleras, fue una de esas promesas de fin de año, ultimamente no paso por el gimnasio tanto como debiera y subir y bajar estas escaleras un par de veces al cabo del día me ayudan a mantener mi linea. Abro la puerta de un tirón, otra vez se ha quedado atascada. El sol brilla por fin sobre nuestras cabezas en Tortuosa, así que iré andando a la facultad, no queda lejos.
Parece mentira que realmente no valoramos algo hasta que nos lo quitan, apenas una semana lloviendo, y hoy la gente por la calle parece otra, más niños con sus padres, multitud de caras felices, incluso varios ancianos me han saludado antes de llegar a mi destino.
La facultad es un edificio mastodóntico obra de Calatrava, está junto al a la playa y es raro, bonito a mi parecer. Pretende ser una gran ola viniendo desde el mar y si, tiene muchos detractores.
Hoy nos dan la mayoría de las notas, estoy nervioso, como siempre, aunque bastante seguro de haberlo aprobado todo. Si es así, hasta junio habré de venir solo a terminar la especialidad los jueves y los viernes.
Una vez en la planta correcta, comienzo a ver caras y actitudes conocidas, da un poco de repelús el cómo los estudiantes de psicología nos estudiamos todos los unos a los otros. No me sorprende ver a Pilar llorando por un 9.3, seguramente por la presión en su familia desde la escuela, Arturo el alumno eterno, la tercera vez que hace psicopatología y un 3, se bloquea en los examenes, inseguridad, sus padres no le prestarían la atención que necesitaba en las primeras fases de su niñez. Enrique, misma asignatura, misma nota, no quiere terminar la carrera, le gusta la vida de estudiante, que su padre le pague sus salidas, no me hicieron falta estudios para saber esto, me lo dijo él. Felipe Salazar 8.7, complejo de superioridad, podría sacar mejores notas si se esforzara pero se siente por encima de ello.
Si, deformación profesional. Dicen que estudiar psicología te convierte del todo en loco, que aprender las reglas por las que se rige la conducta humana te saca del juego empujándote a una espiral de autodestrucción corroborada por la gran cantidad de psicólogos en centros de salud mental hoy día. Pero estoy tranquilo, a mi no me pasará eso, siempre he estado fuera del juego y, al fin y al cabo, me gusta.
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