Es interesante como la gente se ve afectada por las apariencias. Me di cuenta por primera vez con unos diez años en casa de unos amigos de mis padres, ellos cenaban, y yo me aburría en la mesa, no sé cómo pasó q mi plato fue a parar al suelo partiendose en dos trozos, y dejándolo todo perdido de puré. Temiendo las consecuencias no pude evitar la cara de pena, pero lo único q Magdalena, la anfitriona, dijo fue "ay, mira q gracioso la cara de pena q pone el pobre, el malrato que estará pasando, no te preocupes chiquito q no pasa nada, vamos a la cocina a por un helado".
La gente ve lo que quiere y cuando eres guapo, siempre son cosas buenas. Es sencillo hacer amigos, caerle bien a los profesores, incluso buscar trabajo. Pensareis que de esta forma la vida es mucho más fácil y divertida, pues sí, estais en lo cierto. Me emancipé con dieciocho años y aunq en mi ciudad había universidad, opté por ingresar en la UTO (Universidad de Tortuosa) para estudiar psicología. Alquilé un pequeño ático desde el q se puede ver el mar y que no queda demasiado lejos del centro y empecé a hacer mis pinitos como modelo.
Ahora era mi septimo año en la universidad, si todo salía como esperaba, el último, trabajaba con asiduidad para una compañía de modelos, sobretodo en campañas fotográficas, más de una vez me había caido desfilando, y no se atrevían a darme pasarelas demasiado importantes. Era un trabajo agradable, ganaba bastante dinero para vivir acomodadamente, y era compatible con mis estudios. No podía pedir más.
Bueno sí, podría pedir no haberme olvidado las llaves dentro de casa, y estar cenando en vez de esperando al cerrajero de guardia, pero que se le iba a hacer, al menos puedo poner un poco de orden a mi cabeza.
Tortuosa no hacía honor a su nombre.
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